El galgo ruso o Borzoi tuvo su momento de máxima gloria en la corte de los Zares donde era criado con gran maestría para utilizarlo en la caza del lobo siberiano. Optimo cazador también de pequeños animales, es un perro afectuoso y obediente con el amo pero extremadamente desconfiado con los extraños, hasta el punto de llegar a morder. Como todos los galgos, también se adapta a vivir en la casa a condición de disponer de espacios amplios donde poder moverse con gran libertad.